domingo, 3 de junio de 2007

Queriéndose a uno mismo

Una de las principales causas de la baja autoestima en los niños adoptados es el sentimiento de abandono
La autoestima es uno de los elementos básicos en la personalidad de cada persona. Ser adoptado puede jugar un papel importante en el desarrollo de la autoestima de un niño. Muchos crecen sintiéndose diferentes y con la realidad dolorosa de haber sido abandonados por sus padres de nacimiento. Es por ello que el papel de la familia y de los educadores es vital para el desarrollo psicológico del niño.

La autoestima consiste en quererse a sí mismo, aceptando los propios logros y las limitaciones de cada uno. Este sentimiento de autovaloración no es un concepto que sea innato en el ser humano, por lo que se adquiere a partir de las relaciones y experiencias que se tengan con las personas de su alrededor.
A muchos de los niños que han sido adoptados se les ha negado, en sus primeros meses de vida, afecto. Algunas de sus historias están llenas de dolor y están marcadas por el abandono, la institucionalización y frecuentemente por los malos tratos y por un trato negligente.
Estas circunstancias especiales generan vínculos de apego inseguros, los niños pueden ser temerosos, desconfiados e incluso retraídos. Es tarea de los padres intentar cambiar esa inseguridad por confianza.
Los niños con un bajo nivel de estimación personal pueden ser incapaces de ver lo positivo y presentar problemas serios de desarrollo social e inseguridad. En cambio, los niños con un alto grado de autoestima se enfrentan a las tareas y a las personas con la perspectiva de tener éxito, confiando en su potencialidad.

Problemas raciales
Otros de los hechos que pueden acarrear problemas de autoestima son las discriminaciones racistas. Los niños de otras etnias empiezan a tener conciencia de sus rasgos diferenciales a partir de los cuatro o cinco años y es precisamente a esa edad cuando pueden empezar a experimentar algunas expresiones de discriminación racial en su vida diaria.
Los tratos racistas existen, este hecho no se puede obviar. Si la familia decide silenciarlos o no valorarlos, el niño aprenderá a no hablar de ello. Es por eso, que es imprescindible prepararle explícitamente para que sepa afrontar esos rasgos diferenciales y aprenda a defenderse de una manera asertiva.

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